Cuento de Navidad

Como cada año, nuestro compañero, actor y escritor Miquel Ribó, nos deja un regalo para las Navidades.

Esperamos que lo disfrutéis igual que hemos hecho nosotros, y en nombre de Miquel y de todos y todas los / las componenetes de Arte en Acció, os deseamos …

FELICES FIESTAS !!!

UN VUELCO EN LA VIDA

Esa noche, la del día que mi padre decidió irse de casa, fue muy larga. Mucho más que cualquier noche de Reyes y eso que se me hacían eternas. Había llegado a creer que el reloj se detenía para no incomodar a los Reyes con aquel tic.tac ensordecedor. Yo entonces tenía doce años y por más que pasaba adelante y atrás la película de los hechos que acababa de vivir, no conseguía entender la razón por la que mi padre, hasta entonces mi ídolo, se había colgado de una compañera de trabajo veintidós pocos años más joven que él. Estaba destrozada, y mi madre … Mi madre ya se pueden imaginar. Sin embargo sentí que el abandono del padre nos había unido más. Descubrí lo importante que es tener a alguien al lado que sienta lo mismo que tú, aunque en aquellas circunstancias, ambas derrumbadas, nuestro vínculo más determinante era la defensa conjunta ante lo que duele. Pero el tiempo fue disimulando aquella herida cubriéndola con una ligera y anormal apariencia de normalidad que podía romperse en cualquier momento. En cuanto descubrí que ya entrábamos en Diciembre me agarró una angustia que no sabría cómo explicar. Intuía que la ausencia del padre aquella Navidad sería muy dura, y no me apetecía nada que llegaran aquellas fiestas que siempre me habían deleitado. Estábamos cenando y yo como muchos otros días saqué un tema que nos permitiera hablar sin entrar en lo que nos dolía a las dos. En una pausa, mi madre dijo: «Mañana ven a buscarme al trabajo que vamos a ir a comprar verde para hacer el pesebre.» Me quedé helada, y respondí rápidamente: «No quiero hacer el pesebre. No creo que ni tú ni yo, estemos de humor para celebrar nada …»

Mi madre no era persona de demasiadas palabras. Me miró a los ojos, bebió un trago de agua y de forma pausada y tranquilamente dijo: «Mira Gemma, si alguien ha estado desde el mismo momento de su nacimiento junto a los desgraciados, este ha sido Jesús. Quizás este año nosotros estamos más cerca que nunca de Él. » Entendí perfectamente lo que quería decirme. Hizo una pausa y al ver que la escuchaba siguió: «En cuanto hacía el pesebre con mi madre, tu abuela que en paz descanse, recuerdo que le pregunté: ¿Cómo es que sonríe Jesús, si no tiene ropa, ni cama y está rodeado de animales? »

Aquella conversación fue importante en mi vida. De golpe abrí mis ojos y descubrí que no había sabido valorar lo que hasta entonces había tenido. Concluí que nuestra Navidad está dirigido a los que lo tienen todo a favor: salud, dinero, amor y compañía. Mi madre, con sus palabras, abrió en mí una visión más justa de la Navidad. Jesús viene cada vez que celebramos la Navidad para darnos un poco de aquella esperanza que sólo pueden sentir aquellos que ven como se derrumba el suelo que tienen bajo los pies. Hay dos Navidades muy diferentes y yo lo acababa de descubrir. Quise saber cómo respondió mi abuela a la inocencia de mi madre, y antes de acostarse se lo pregunté. «Mira, me dijo: No hay nada que te haga sonreír si no te sientes amado. ¿Crees que a Jesús le faltaba el amor de Dios?»

Con el corazón os deseo una feliz Navidad a todos.

GEMMA

Miquel Ribo